Apuntes sobre la migración garífuna en relación a la caravana migrante de hondureños 2018.

Primera época, número 7, enero-junio 2019, pp. 122-133.

Autor: Kenny Castillo Fernández.1

Introducción

El presente documento contiene consideraciones especiales sobre la migración garífuna en relación a la Caravana Migrante de hondureños 2018. Llama la atención que a pesar de que los garífunas han tenido, desde siempre, fuerte tendencia a la emigración esto no haya quedado reflejado en la denominada “caravana migrante de hondureños”.

Esta ausencia no ha pasado desapercibida en el análisis contextual de la caravana. Incluso hay quienes osan utilizar la ausencia de la población garífuna acusándolos de cómodos y perezosos, pero esos ataques no son más que la reproducción de estereotipos y prejuicios que vienen desde los inicios del siglo XX. Lo que intentamos es explicar el motivo del porqué no hubo afluencia de garífunas en la llamada caravana migrante.

En ese sentido, entraremos en la historiografía de la movilidad internacional garífuna, enfatizando la forma de operar de sus redes, para conocer el amplio capital adquirido durante años de experiencia migrante. Así, será posible conocer cómo se organizan, cómo se han movido a nivel internacional y la realidad que enfrentan en Honduras.

Migración Garífuna: seis etapas definidas

Los científicos están de acuerdo en que la cuna de la humanidad es África y desde ahí podemos colegir que pudieron emigrar hasta por 30 mil kilómetros de distancia, es decir, casi le dieron vuelta al mundo. Los garífunas son fruto de esa migración. Los relatos más conocidos establecen que los garífunas son descendientes de africanos libertos que llegaron a las montañas de San Vicente y las Granadinas, los indios arahuacos les dieron la bienvenida y se produjo una fusión entre ambos, eso dio como resultado a los garífunas. Dentro de la línea de tiempo del devenir garífuna, este hecho se sitúa hacia 1635.

En 1797 la Corona Inglesa desterró de San Vicente a los garífunas conduciéndolos al desconocido Roatán, Islas de la Bahía, que en ese tiempo estaba en poder de los ingleses. Al parecer rebelarse contra la esclavitud fue el detonante para esta determinación. Los garífunas prefirieron el exilio antes que ser dominados. Otro elemento que jugó a favor del destierro fue que ya habían perdido a su cacique Joseph Satuyé que apoyaba a los franceses en la disputa de la isla contra los ingleses. Tomando como base lo anterior, se pueden distinguir seis importantes etapas de la migración garífuna.

Migración Garífuna 1797- 1850

Tras desembarcar en Roatán, Islas de la Bahía, el 12 de abril de 1797, los garífunas se encontraron, entre otras dificultades, que la tierra era infértil, no podían reproducir la vida que llevaban en las montañas de San Vicente. El 19 de mayo de 1797 —escribe Francesca Gargallo— los españoles que dominaban Honduras atendieron la petición garífuna de ser trasladados a tierra firme, se radicaron en Trujillo, Colón, departamento del norte de Honduras, en donde había una necesidad de mano de obra tras un incendio en 1796. Al instalarse en la zona, los garífunas poco a poco fueron fundando pequeñas comunidades alrededor, como Guadalupe (Funda), San Antonio (Margurugu), Cristales y Río Negro. Así, fueron acrecentando su presencia en el norte de Honduras, tanto que llegaron a ser considerados como el grupo afro indígena de mayor crecimiento (Gargallo, 2012). En 1797 comienza la fase del periodo fundacional de la mayoría de las comunidades garífunas las cuales se van acentuando en las primeras décadas de 1800.

Aquella, según Salvador Suazo, era una época de agitación pre independentista caracterizada por otras circunstancias como la hostilidad de los mestizos —mayoría en el país— que no estaban de acuerdo con la presencia garífuna. En este ámbito las personas garífunas comienzan a emigrar a Belice hacia 1802, este desplazamiento se vincula con la creación de la comunidad de Stann Creek (Dangriga en lengua garífuna).

La motivación principal era la búsqueda de trabajo en los cortes de madera, factor que los hizo fundar la comunidad de Livingston (Labuga) en Guatemala. Sobre este hecho en particular se menciona como pionero en 1804 a Marcus Sánchez Díaz. Para entonces ya eran dos países más en el exterior en donde los garífunas encontrarían formas de continuar su vida.

A Nicaragua llegaron en 1832 atraídos por las relaciones con los miskitu que en ese momento tenían un rey y que recibió a los garífunas de manera fraterna en la Laguna de Perla. En la actualidad la presencia garífuna en Nicaragua es ampliamente reconocida, han pasado por la desaparición de algunas de sus características culturales, pero al parecer las están recuperando a través de intercambios con sus pares de Honduras (véanse los cuadro 1 y 2).

Cuadro. 1. Historiografía de la emigración Garífuna desde Honduras
Año Etapa
1797 Llegada a Honduras (Fundación de varias comunidades)
1802-1832 Arriban a Belice, Guatemala y Nicaragua
1930 Emigran a los Estados Unidos
1998 Emigración a Europa (Particularmente a España)
2013 Grandes migraciones a Panamá
2014 Grandes migraciones por la vía ilegal a Estados Unidos
Fuente: Elaboración propia.
Cuadro. 2. Principales regiones y países de destino de los migrantes Garífunas
Región País
América del Norte Estados Unidos
Canadá
México
Centro América Costa Rica
Panamá
Sur América Argentina
Brasil
Colombia
Europa Alemania
España
Francia
Italia
Inglaterra
Fuente: Elaboración propia.

La hostilidad contra los garífunas en Honduras como elemento central que ocasiona su emigración  

El sociólogo cubano Ricardo Puerta refiere que por su larga y dilatada experiencia en la migración hacia Estados Unidos y otros países, la comunidad afro hondureña (refiriéndose al pueblo garífuna) ha acumulado en la corriente migratoria hondureña el mayor capital social entre los grupos étnicos y culturales del país (Puerta, 2012).

Como se muestra en el cuadro 1, desde 1802 se registran los primeros desplazamientos externos del pueblo garífuna, paradójicamente en momentos en que Honduras atraía a muchas personas del extranjero. Honduras era un territorio prometedor que abría sus puertas, no a cualquier ciudadano, sino al hombre blanco europeo. Es ahí el inicio de la discriminación racial como sistema y cuando se empiezan a sentir los efectos de la colonización que señalaban al hombre hondureño como un ser “inferiorizado” que necesitaba de la presencia de los europeos.

La hostilidad contra la negritud hondureña se manifiesta en frases hirientes que causaron eco a lo largo de los años, pero que se siguen activando a cada instante. Acciones y gestos de discriminación contra todo un pueblo y declaraciones de odio. Un poco de lectura regresiva nos muestra cómo los garífunas, en su condición de comunidad diferenciada, han estado siempre entre la hospitalidad y la hostilidad en su propio país.

Desde los primeros años del Siglo XX y hasta nuestros días muchos hondureños piensan que los garífunas deben regresar por donde vinieron (Cruz, 1926), olvidando que, en esencia, todos somos migrantes. Ramón Ernesto Cruz, ex presidente e intelectual muy influyente en Honduras nutrió al sistema con varias ideas como la siguiente:

Casi en todos los países se prohíbe la entrada de individuos de ciertas razas principalmente de la de color, pero nuestra ley no hace exclusión ni siquiera de estos últimos, y tampoco hay una disposición gubernativa que reglamente si quiera el ingreso de ellos a Honduras. Cada día aumenta en la costa norte el número de los negros, y muy pocos hondureños se han puesto a pensar en el peligro que entraña la propagación de ellos en esa región. Las compañías en sus concesiones tienen autorización para introducir esa clase de individuos para dedicarlos a sus trabajos, pero bajo ciertas condiciones y propia solicitud del Ministerio de Fomento, pero esos requisitos no son cumplidos y cada día vemos aparecer en aquella región como vegetación espontánea, gran número de negros introducidos de manera clandestina, generalmente  con la complicidad de algunos empleados que, por patriotismo y por su propia conveniencia debieran de velar por los intereses y bienestar del país. Velemos como buenos hondureños por el bienestar nacional y procuremos que al reformar la Ley de Migración se prohíba la entrada de negros a Honduras, porque de lo contrario, en un futuro próximo los hijos del país se verán desalojados de su propia casa por esa raza que en ninguna parte es vista con agrado. (Cruz, 1926:).

En el documental Los Hijos del Destierro, Memorias del Pueblo Garífuna de América Central, Salvador Suazo citando al periódico El Martillo —órgano de difusión del Partido Comunista de Honduras—, plantea que se divulgó un artículo el 22 de abril de 1929 que decía: «Guerra a los negros raza ignorante y deforme, cuya sola presencia infunde asco y repugnancia, tantos brazos desocupados, tantos hombres sin trabajo, tanta vagancia, tanto vicio, porque los negros  trabajan a cualquier precio y a cualquier hora con sumisión y humillación» (Portilla, 2015, Documental [Suazo, 2015, minuto 21:43]). Retomando al presidente Ramón Ernesto Cruz (Presidente de Honduras entre 1971-1972), quiso emitir un decreto señalando que los garífunas eran indeseables o una raza inferior y, por lo tanto, debían ser expulsados de Honduras, según los registros de otro conocedor garífuna Hipólito Centeno.

«A principios del siglo XX se consideró a los garífunas como un atraso para Honduras. Los mestizos eran la luz y los garífunas e indígenas eran barbáricos» (Portilla, 2015, Documental [Amaya, 2011: min 17: 56]). Jorge Alberto Amaya es uno de los pocos hombres preocupados por el mantenimiento de la memoria histórica de los garífunas desde su estadía en San Vicente, pero especialmente en su periplo en Honduras. Es por los ojos, las lecturas y las experiencias de personas como Amaya que hemos podido enterarnos del aniquilamiento verbal al que fueron sometidos los garífunas, inclusive por parte de la masa intelectual rancia y occidentalizada que propugnaba el blanqueamiento de Honduras.

El 12 de marzo de 1937 se produjo la masacre de San Juan en donde soldados del ejército nacional durante el gobierno del General Tiburcio Carias Andino (1933–1949) asesinaron a un número indeterminado de garífunas en la aldea de San Juan, municipio de Tela, departamento de Atlántida. En el libro La Bahía del Puerto del Sol, el escritor Víctor Virgilio López García arguye que fue por cuestiones políticas, pues los desmanes de Carías Andino hicieron que muchos jóvenes con deseos libertarios se inmiscuyeran en una aventura contra el mandatario, liderados por Justo Humberto Umaña (López, 1994).

Los soldados a cargo del tristemente célebre Tomas Martínez conocido como “Caquita” sitiaron San Juan y fueron ubicando a quienes había que fusilar ese día, los concentraron en un solo sitio y procedieron a dispararles escribiendo así uno de los capítulos más nefastos de la historia de Honduras. Como lo narra López García, tras el crimen, el desconsuelo era tal “que los pájaros se ocultaban, las hojas de los esbeltos cocoteros se entristecieron y las olas del mar se resistían a ser escuchadas (López, 1994: 59).

También en la época del General Carias Andino, la  Ley de Migración de 1934 impedía el ingreso a Honduras de personas negras o de tez oscura, contrario al trato conferido a los hombres y mujeres de origen caucásico. Esa mención aparece en la sistematización elaborada por el investigador alemán Tobías Schwarz denominada Políticas de inmigración en América Latina: el extranjero indeseable en las normas nacionales de la Independencia hasta los años de 1930, donde resalta que la estrategia de pedir tasas diferenciadas según los orígenes o razas de inmigrantes fue aplicada en otros países. Por ejemplo en México, después de 1922, “chinos” y “negros” tenían que pagar impuestos de entrada diez veces más altos que otros grupos raciales. Mientras que en Honduras también se optó por la exclusión mediante la discriminación fiscal en vez de exclusión directa (Schwarz). Un decreto en 1929 introduce un sistema de discriminación administrativa: solamente los inmigrantes “árabes, turcos, sirios, armenios, negros y chinos” tienen que pagar una tasa absurdamente alta de 2.500 dólares estadounidenses antes de la entrada al país.

Posteriormente la “Ley de Inmigración” de 1934 define a los grupos de inmigrantes según sus orígenes racializados y solamente permitía la entrada de árabes, turcos, sirios, armenios, palestinos, checoslovacos, libaneses y polacos, siempre que le garantizaran a la Oficina de Inmigración y Colonización que se dedicarían exclusivamente a la agricultura o a la introducción o mejoramiento de nuevas industrias. Aquí también la ley prohíbe francamente la entrada de “negros, chinos y gitanos”.

En 2014 se produjo un penoso desalojo de la comunidad garífuna de Barra Vieja, jurisdicción de Tela, Atlántida. Miembros de la Policía Nacional procedieron a expulsar a decenas de pobladores de esa comunidad siguiendo la orden de desalojo de un juzgado a petición de empresarios que llegaron a la zona. Los policías llegaron un día temprano con maquinaria pesada para destruir las débiles casas, sacar fotos a los harapos y golpear a todo aquél que mostrara resistencia. Cuando un poblador refunfuñó a un uniformado que “a dónde se irían al sacarlos”, la respuesta del oficial fue «esperen que el mar se seque para irse a vivir ahí». Este fue el testimonio de Carlos Castillo, entonces presidente del Patronato local en el marco de una gira de visibilidad en Tegucigalpa.

También se han producido asesinatos inexplicables a manos de las fuerzas militares como el ocurrido el 27 de diciembre de 2015, cuando diez soldados de la Fuerza Naval de Puerto Castilla ametrallaron a jóvenes garífunas que se encontraba tratando de sacar su carro atascado en la orilla del mar, lejos de ayudar, los militares abrieron fuego contra los indefensos garífunas. En el acto falleció Jostin Palacios y un día después murió Elvis García en el Hospital Regional Atlántida de La Ceiba. Al ser judicializados, los militares argumentaron que habían confundido a las víctimas con narcotraficantes.

También a manos de la Fuerza Naval de La Ceiba, falleció el pescador Guillermo Norales el 24 de septiembre de 2008, atacado de forma cruel mientras pescaba junto a otros compañeros que se salvaron de morir.

En la discursiva del poder que se ejerce desde el Estado, igualmente se ha sentido el desprecio. El Presidente del Congreso Nacional Rafael Pineda Ponce expresó que los negros no pueden estar agarrados de los cocos como monos contemplando los atardeceres, ante la oposición garífuna a la reforma del artículo Constitucional 107 que prohibía la venta de tierras costeras a extranjeros.

En sus trabajos sobre descolonialidad, el peruano Aníbal Quijano enfatizaba en que “todas las otras determinaciones y criterios de clasificación social de la población del mundo y su ubicación en las relaciones de poder, actúan en interrelación con el racismo y el etnicismo, especialmente, aunque no sólo, entre europeos y no-europeos” (Quijano, 1992: 1). Es evidente que esos obstáculos han estado presentes en el devenir social de la población garífuna, pero han podido sortearlos con su creatividad, capital social, redes y organización.

Otro elemento es la división social del trabajo. Aquí introducimos algunos postulados del sociólogo francés Émile Durkheim en lo que refiere a los elementos de poder entre los grupos raciales y que pueden servir de base para el análisis de los garífunas en el tema del empleo. Desde tiempos de la colonia se instaló en Honduras el esquema de la negritud como fuerza esclava y especialmente destinados a labores no calificadas, la emigración ha servido como un escapismo a esa noción.

Por más preparados que puedan estar los garífunas, es muy difícil encontrar un trabajo calificado, todavía sobreviven fuerzas extrañas que evitan que los garífunas/negros/afro descendientes sean tratados con igualdad.

2014 año clave para la migración garífuna

Entre el 2013 y 2014 las comunidades garífunas experimentaron la emigración de sus pobladores, salían todos los días desde Honduras y entraban cada día a los Estados Unidos. Desafortunadamente no existen cifras debido al tipo de migración —irregular— pero los grandes vacíos eran notorios en las comunidades. Llamó tanto la atención esta emigración que los periódicos globales como la BBC de Inglaterra y El País hicieron eco de ello. Fue en el marco de lo que el gobierno de los Estados Unidos denominó “crisis humanitaria en la frontera sur”, durante el mandato del presidente Barack Obama la primera potencia del mundo se vio sobrepasada por el aumento inusual de “menores no acompañados”. Desde ese momento comienzan a desplegarse una serie de medidas cada vez más radicalizadas como la separación de familias, consistente en apartar a niños de sus padres. Esos niños fueron enviados a centros de internamiento diferentes a los de sus padres y, en muchos casos, fueron dados en cuido temporal a familias adoptivas.

De las comunidades garífunas se marcharon en grupos: adolescentes, familias completas, madres o padres con sus hijos pequeños o en brazos y hasta embarazadas. Desde luego se marcharon también hombres casados y solteros. Fue un éxodo silencioso no registrado por datos oficiales, pero visible a simple vista en las comunidades garífunas.

Hay que hacer notar que al reconstruir la migración garífuna nos damos cuenta que los primeros en salir fueron los hombres, luego las mujeres fueron tras ellos, y ahora se van los niños y adolescentes que abandonan las escuelas y los colegios. Toda esta fenomenología desemboca en problemas de impacto para la cultura como la incursión de jóvenes garífunas en grupos delictivos en México casi siempre contra su voluntad. También se observa el aumento en la mendicidad garífuna en el país azteca. Y, desde luego, el recorrido migratorio irregular hacia los Estados Unidos ha representado un riesgo enorme para la vida que ha dejado varios muertos y mutilados.

Hace unos años el tema titular era la desintegración familiar que, si bien se sigue manifestando, ahora la nueva ola migratoria está referida a la reunificación familiar de miles de maridos indocumentados que mandan a traer a sus mujeres e hijos, hermanos, hermanas, tíos, padres o madres. Esto da como resultado que en las comunidades garífunas se están quedando solamente las personas adultas. El país pierde a su recurso más valioso, sus habitantes, pero lo más doloroso es que a este tiempo son decenas de garífunas fallecidos —aproximadamente 23 muertos desde 2010 a la fecha, según hemos podido corroborar en campo—, dejando un profundo pesar en las familias.

Una de las situaciones que estimuló a que los garífunas se fueran en cantidades importantes fue la gran mentira que los coyotes propagaron entre la comunidad y que fue transmitida de boca en boca tanto en los Estados Unidos como en Honduras. La mentira fue que al tocar suelo estadounidense y entregarse a las autoridades de Migración, éstas les darían la entrada al país si venían acompañados de niños o niñas. Un boletín de la Organización Coalición Garífuna fechado el 5 de mayo de 2014 indica:

Recientemente se nos ha informado que la gente ha confundido DACA como una ley que beneficia a los niños y están pagando altas tarifas a los traficantes de personas sin escrúpulos para mandar a sus hijos a la frontera de EE.UU., y México con la esperanza de que van a calificar. Esto está lejos de la verdad, DACA sólo beneficia a los inmigrantes que llegaron en la infancia a partir del 15 de junio 2007 al 15 de junio de 2012. Sin embargo, este malentendido ha provocado una crisis de jóvenes migrantes ilegales para el Departamento de Seguridad Nacional (José Francisco Ávila, 2014).

Ante esta situación, al cruzar la frontera los migrantes se entregan a Migración, no huyen como lo hacían antes. Son detenidos y llevados a albergues, si alguien se responsabiliza de ellos son liberados con el compromiso de presentarse posteriormente ante un juez. Al cumplir con la cita, el juez dispone colocarles un dispositivo de geo localización. Vivir con este dispositivo no resulta sencillo, una garífuna cuyo nombre omitimos relató haber entrado a una tienda y al pasar el control de entrada la alarma se activó. A otros el dispositivo les provocaba llagas, pero el principal dolor es a nivel cognitivo. Todavía con eso deben enfrentarse a la mirada ajena y ser vistos como inferiores.  Deben adaptarse, enfrentar su nueva realidad y competir por ganarse unos dólares.

También viven en condiciones de hacinamiento, se generan discusiones y peleas en el propio reducto familiar, escasea la comida, se transgrede la privacidad, no hay dinero para el transporte y otra serie de consecuencias derivadas. Muchos se tiran a vivir a la calle. Fue una época muy dura para muchos garífunas, un sufrimiento silencioso al que muchos le pusieron fin optando por el retorno a Honduras.

Caravana migrante 2018: ¿Y los garínagu, por qué no?

En primer lugar, incorporar la perspectiva garífuna en los estudios sobre migración en Honduras es todavía incipiente, debido a ello existe la desventaja de la carencia de datos. Los pocos números que se plantean son con base en estimaciones y usando como fuente a los líderes locales de Patronatos, Escuelas, Centros de Salud u organizaciones civiles. Las menciones hechas sobre los garífunas en los textos son marginales, pero es de dominio público que migrar ya es parte de la cultura garífuna.

Como suele ocurrir con otras temáticas, en Honduras se tiende a homologar, no existen categorías raciales a la hora de interpretar los hechos. Por ello no podemos saber cuántos garífunas han migrado de manera regular y mucho menos de manera irregular. Sin duda este es un asunto pendiente para los cientistas sociales ya que la migración garífuna puede aportar conocimientos variados que pueden servir de base para la toma de decisiones.

Ver desde este tamiz a la caravana migrante 2018 resulta complejo, quizás poco sustentable, pero sí plausible y además necesario para el conocimiento social de la Honduras de hoy. Si avanzamos en la profundidad de esta ocurrencia colectiva —la caravana migrante 2018— resulta extraño que no haya muchos garífunas representados. Tomando con certidumbre los supuestos sobre que la desigualdad, la exclusión y la falta de oportunidades golpean con más fuerza a la comunidad garífuna, resulta un contrasentido que no estuviera en las porciones esperadas dentro de este operativo.

Para conocer el porqué, es necesario traer a colación que la migración garífuna tiene sus propias particularidades. Sabemos que hay una organización, no formal, en donde los emigrados se sirven en seguir llevando a los que quedan detrás. Esa es la principal motorización que impulsa la movilidad. No son las consignas, ni los discursos populares. La conducta garífuna ha sido la de NO entrar en ciertos escenarios fiándose a su propia suerte.

Ricardo Puerta (2012), refiere que el pico más alto de la migración hondureña hacia los Estados Unidos fue entre 1989-1991, pero no tenemos evidencias para validar esa sentencia en el caso garífuna, sí para aseverar que la vocación de este pueblo para salir hacia los Estados Unidos ha sido de manera sostenida en el tiempo, enfatizando nuevamente lo acontecido entre los años 2013-2014.

Además de haber creado sus propios mecanismos es posible —y está a la vista de todos— que los garífunas procesen de manera diferente su problemática, son muy poco dados para las manifestaciones públicas, ya sea porque en sí mismos tienen diferente sentido de la territorialidad, atienden más a su llamado de nación que de territorio o gobierno. Incluso que a lo largo de tiempo, por el efecto de la discriminación racial, hayan aprendido a no exteriorizar sus demandas ciudadanas. Y siempre será así, otra reacción que puede servir de base para dar cuerpo a esta temática es lo que escribió la Associated Press (AP) el 13 de agosto de 2015, a través de testimonios de entrevistados garífunas en la época cuando más se miraban las huellas del éxodo garífuna:

Oriundos de Guatemala, Belice, Nicaragua y Honduras, los garífunas son un fenómeno único entre los inmigrantes latinoamericanos: no terminan de insertarse entre los hispanos por su cultura y por su aspecto afroamericano y tampoco encajan en la comunidad afroamericana porque hablan español, además de su propia lengua indígena (AP, 2015: s/p.).

En los espacios de latinos no se sitúan como latinos, infiere la misma publicación, sumado a una declaración contundente acreditada a Carla García, dirigente de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH-GARIFUNA) al plantear que no mezclarse es también “una forma de resistencia cultural, para poder mantener la cultura lo más intacta posible». También otros dicen que se aíslan porque arrastran una historia de discriminación y abusos (García, 2012).

En Honduras hay varias fronteras o demarcaciones que no únicamente responden a las divisiones territoriales, existen también otras líneas divisorias, ser negro/garífuna/afro descendientes es una de ellas. Es una división que está marcada de manera invisible en todos los espacios sociales y de la vida pública hondureña, será sumamente difícil superar esos obstáculos.

El dirigente social Bartolo Fuentes expresó a la prensa, tras ser deportado de Guatemala, acusado de organizar el gigantesco grupo humano que camina hacia los Estados Unidos, que la caravana migrante es la acumulación de 15 días, haciendo referencia a que de Honduras cada día se marchan entre 200 y 300 personas, no se sabe si incluía entre ellos a los garífunas que salen a diario, algo que no sería extraño, de todas maneras ser garífuna es otra cosmovisión, es un mundo aparte, su proyecto migrante opera bajo las sombras y si lo hacen bajo el sol a pocos les importa.

Ver entonces a pocos garífunas en la caravana no es la indicación de que este grupo poblacional no tiene necesidades, es tan sólo la confirmación de la diferencia. Es la indicación de otras maneras y formas de hacer lo mismo. Sin duda la migración es lo que mejor define el tiempo actual de Centroamérica y especialmente de Honduras. Es la mejor encuesta para medir la situación del país. Los garífunas continuarán migrando mientras permanezcan las condiciones que generan esa situación, lo harán, eso sí, a su manera bajo las sombras para no ser advertidos.

La disposición de la población garífuna a emigrar se mantiene a pesar de las actuales circunstancias que rodea el paso por México, los intentos del Gobierno Hondureño de dar alerta y del proyecto Frontera Sur de contenerlos no logra persuadirlos. Ni siquiera las experiencias de secuestro o muerte de varios ciudadanos han desanimado a miles de garífunas de partir irregularmente.

Al parecer la decisión sigue siendo morir en el intento y a la larga sigue siendo equivalente a la muerte lenta y prolongada que existe en Honduras. En muchos casos es claro ver como muchos garífunas consideran al gobierno y autoridades hondureñas como un enemigo, es decir para ellos el estado impulsa su desplazamiento y actúa contra ellos coludidos con grupos empresariales e inclusive criminales. Esa sensación está presente en los temas de territorialidad e inversiones para el desarrollo local. Eso significa mucho, pero aún debe sustentarse más.

No es extraño que durante la formación de la caravana los garífunas no hayan reaccionado en atender la convocatoria, porque además se considera que no tienen los mismos problemas que la población mayoritaria. Ellos consideran que cargan su propia cruz, exactamente igual que en otras esferas sociales en las que hay notorias diferencias entre una y otra población sobre la forma de procesar los diversos pendientes.

Apuntes finales

El imaginario social sigue siendo un factor de atracción de emigración. En entrevistas recientes nuestras fuentes señalan que a la mayoría de los que emigran les va bien, mientras que a una minoría le ha ido mal. Este es uno de los elementos de animación que parece incidir especialmente en la juventud. A manera de conclusión:

  1. Emigrar sigue siendo la esperanza de los garífunas. No hay una ilusión o confianza de que Honduras pueda proporcionar los medios para vivir bien y materializar los anhelos personales de cada persona. Eso sí, lo harán utilizando sus propios canales.

  2. Podemos manifestar que los garífunas tienen tradición migratoria. Personalmente ser garífuna me da la autoridad para aseverar lo anterior, hemos tenido la ventaja  de la observación participante. Nací y crecí en una comunidad garífuna. Soy garífuna.

  3. Sobre el empleo como motor de la emigración: los que no tienen empleo buscan emigrar para encontrar una oportunidad laboral, mientras que los que trabajan tienen la intención de encontrar mejores trabajos en términos de salarios y calidad de trabajo.

  4. Es necesaria la elaboración de una campaña mediática dirigida directamente a la población garífuna por medios locales. Intervención en las escuelas aparejado a la creación de oportunidades de trabajo y mayor inversión pública.

  5. Las mujeres siguen siendo el grupo más numeroso en la migración de los últimos años. Esta es la caracterización más contundente en esta nueva corriente migratoria que viene desde 2013 a la fecha.

  6. Un aspecto pocas veces difundido es la discriminación racial, las personas consultadas encuentran que el causante de la falta de oportunidades para los garífunas se debe a la discriminación racial. Algunos mencionaron este elemento como un factor directo de expulsión. Es una forma más de violencia contra el pueblo garífuna.

  7. Quienes deciden irse están dispuestos a desempeñarse en cualquier trabajo, pero eso no significa que no tengan profesión u oficio. Esto al parecer tiene que ver con una estrategia de adaptación. La mayoría no tiene claro en que trabajo van a faenar. Se remiten a “lo que salga”.

  8. La cultura migratoria ha transgredido toda la identidad garífuna por lo tanto debe ser un elemento a revisar y tomar en cuenta en todos los planes y proyectos. Además, este tema es crucial a la hora de la elaboración de políticas públicas y parte esencial en las construcciones de planes de desarrollo.

Referencias bibliográficas

  • Cruz, Ramón E., (1926), La ley de Migración y el problema de la raza negra en la costa Norte [Artículo de Opinión. Tomado de la Revista Ariel] Recuperado por Roberto Lino Figueroa, 9 de febrero de 1978 y Santos Ángel Batiz Mejía 12 de noviembre de 1996.

  • Gargallo, Francesca, (2012), Garífuna, garínagu, caribe. Historia de una nación libertaria, Ciudad de México, Edición digital de la autora, disponible en:
    <http://francescagargallo.wordpress.com/ensayos/librosdefg/garifuna-garinagu-caribe/. >

  • García Rodríguez, Fernando E., (2012), Presentación y Comentarios al Libro de la Serie “Gobernantes Hondureños”, “Carlos Roberto Reina: La Revolución Moral” de la Abogada Alexis A. González de Oliva”. Honduras.

  • López García, Víctor Virgilio, (1994), La Bahía del Puerto del Sol y la Masacre de San Juan. Honduras, pp. 58.

  • Portilla, Melesio, (2015), Documental: Los hijos del destierro. Memorias del pueblo garífuna de América Central, Agence Nationale de la Recherche, Francia, disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=00gZWzxPC_s>.

  • Puerta, Ricardo, (2012), “Entendiendo y explicando la migración hondureña a los Estados”, Población y Desarrollo-Argonautas y Caminante, 2, pp. 15-77.

  • Quijano, Aníbal, (1992), “Raza”, “Etnia”  y «Nación” en Mariátegui: Cuestiones abiertas, Lima, Perú, pp. 1.

  • The Associated Press, (13 de agosto de 2015), “Fenómeno único los inmigrantes hispanos garífunas”, El Nuevo Día, disponible en <https://www.elnuevodia.com/noticias/mundo/nota/fenomenounicolosinmigranteshispanosgarifunas-2085904/. >

  • Universidad Nacional de Educación a Distancia [UNED]. (18 nov, 2011) Migraciones: un planeta en movimiento [Archivo de Video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=Fo9pFKUSj1k

Fecha de recepción: 17 de diciembre de 2018.
Fecha de aceptación: 07 de enero de 2019.


  1. Hondureño. Maestro en Urbanismo y Migraciones Internacionales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Universidad Nacional de Honduras. Líneas de investigación: migración garífuna. Contacto: info@kennycastillo.com.