Segunda época, número 12, julio-diciembre 2021, pp. 10-13.
A pesar de la situación de pandemia, el fenómeno migratorio continúa actualizándose en todas las fronteras. Tanto en sus variantes formales como irregulares los cruces y traslados entre países no han cesado, pues el mercado mundial de fuerza de trabajo continúa requiriendo trabajadores de todos los niveles de calificación e instrucción. La plataforma productiva mundial, tanto en los países desarrollados como en desarrollo no se puede detener.
Pero, la continuación de la vida productiva bajo el contexto de crisis sanitaria global ha pasado a incidir sobre las formas, duración e intensidad de los flujos migratorios, especialmente sobre el de mayor magnitud: el sur-norte. Haciéndolos más complejos, más peligrosos e incluso más costosos. No sólo en términos monetarios sino también en términos administrativos y jurídicos, debido al cierre parcial o total de las fronteras con el fin de contener la expansión de los contagios por COVID-19.
Por esto el equipo que conformamos Diarios del Terruño hemos tomado la decisión de dedicar el presente número a indagar sobre la relación existente entre la migración y la crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19. De las tres secciones que hemos definido, la primera “Reconfiguración migratoria en México ante la COVID-19” está decantada hacia el análisis de la ya extendida situación coyuntural que ha propiciado la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia. El énfasis está situado dentro del corredor migratorio que tiene por destino Estados Unidos, por origen a los países que integran el llamado Triángulo Norte Centroamericano (Guatemala, El Salvador y Honduras) y como territorio de paso a México.
El foco son los migrantes que, en contra de su voluntad, han sido atrapados en distintas ciudades fronterizas de México de forma indefinida, por cuatro distintas situaciones: a) el cierre parcial o total de los cruces fronterizos con Estados Unidos; b) la incapacidad de gestionar la crisis de migrantes irregulares por parte de los gobiernos subnacionales en la frontera mexicana, contribuyendo a que ésta se yuxtaponga con otras crisis (de salud, educativa, política, económica, seguridad, etcétera); c) la radicalización de la vigilancia que hace la patrulla fronteriza de los pasos informales y; d) la instrumentación de la norma jurídica «Titulo 42» en Estados Unidos que facilita la deportación de cualquier migrante bajo el argumento de proteger la seguridad sanitaria del país.
Situaciones que han implicado un reto apenas asumido o francamente ignorado por parte de las autoridades mexicanas (en sus tres niveles federal, estatal y municipal). Ante lo cual albergues de asociaciones internacionales, la sociedad civil y religiosos ubicados en estas ciudades han respondido buscando donaciones y apoyos fuera de la esfera de incidencia del gobierno. Esto con el fin de continuar operando así sea ajustando sus protocolos de atención de acuerdo con las medidas de sana distancia que ha impuesto la pandemia (reduciendo los tiempos de estancia, su capacidad e instrumentando todas aquellas actividades susceptibles de hacerlo vía remota). El objetivo es no detener la ayuda en estos tiempos de emergencia.
Pues abandonar a estos migrantes atrapados en espacios donde se vulnera constantemente su integridad física, su salud y estabilidad emocional de forma prolongada acarrea que sean más propensos a convertirse en víctimas de criminalización, marginación y xenofobia. Escenarios que los puede arrastrar a optar por abandonarse y vivir una vida en situación de calle al no tener un hogar y medios económicos para soportar su subsistencia. Pues el confinamiento ha reducido las actividades urbanas que les proporcionaba sustento, como seleccionar basura para reciclar, lavar autos o pedir limosna.
Mientras que la segunda sección “Tránsito y derechos humanos” versa de la situación inmediata anterior a la pandemia. Justo para demostrar que los distintos escenarios que han vivido los migrantes durante la actualización de su proyecto de movilidad por diversos países estaba lejos de ser mejor a la situación actual dominada por la crisis sanitaria. Especialmente, cuando se pone en el centro del debate los derechos humanos de los migrantes y su constante violación por autoridades migratorias y miembros del crimen organizado.
De este modo los trabajos que conforman esta sección demuestran cómo existe una contradicción permanente entre el derecho y la política. Pues a pesar de que existen convenios, leyes, protocolos y tratados tanto nacionales como internacionales consagrados a proteger los derechos de los migrantes en la práctica, por la actualización de diversas políticas de los gobiernos en turno, éstos no se respetan. Contribuyendo a criminalizar, discriminar y marginar a los migrantes.
Esto ha ocurrido tanto en Ecuador como en México, pero se hace énfasis en los escenarios eminentemente violentos sucedidos es este último. Como los que han vivido las mujeres migrantes provenientes de Honduras que montadas en la «Bestia» han sido víctimas de extorsiones, tortura y violaciones por parte de sicarios pertenecientes al crimen organizado, pero con aún mayor frecuencia por parte de las autoridades de seguridad del Estado mexicano.
Situaciones que deben ser corregidas, en especial por la permanente crisis de niños migrantes sin acompañar que al llegar a albergues en territorio mexicano guardan la ilusión de ser personas productivas con mejores condiciones de vida. Las que sólo se podrán llevar a vías de hechos concretos si se asegura el respeto, la promoción y la garantía de sus derechos humanos sea en su país de origen, en el que tengan por destino o por el que se encuentren transitando.
En la última sección “Redes transnacionales”, se exploran distintos ámbitos de las redes de apoyo de migrantes desde diferentes latitudes. El primero es aquél que mostraron migrantes mexicanos beneficiados por el ex programa Bracero celebrado entre México y Estados Unidos durante el período 1942-1964, para que campesinos mexicanos pudieran trabajar de manera legal durante las temporadas de siembra y cosecha en el sector agrícola estadounidense. Demostrando que estas redes de apoyo familiares y de paisanaje no sólo les permitieron conseguir trabajos bien remunerados en Estados Unidos sino además desplegar estrategias de resistencia ante los abusos de sus empleadores para obtener mejores condiciones laborales. Es decir, las redes continúan operando, transformándose, para beneficiar a los migrantes, aunque ya hubiesen llegado al país de destino y conseguido un empleo en el mismo.
Y el segundo se sitúa en la escala transatlántica pues se refiere a la migración senegalesa con destino a Argentina teniendo por país de tránsito a Brasil. Probando que estas redes ayudan a cumplir un proyecto de movilidad complejo, es decir, fuera de la creencia convencional de que éste es lineal en la forma de origen-tránsito-destino y más bien es en unas ocasiones circular y en otras incluso fragmentado. Pues su estadía en el país de tránsito puede prolongarse de forma indefinida, o una vez han arribado al país de destino pueden optar por regresar al de tránsito ya que sus redes de apoyo lo permiten para aprovechar mejores oportunidades laborales. Por lo tanto, el debate establecido aquí sirve para afirmar la existencia de una migración fragmentada más que de una migración de tránsito que se actualiza sin dificultades en cada una de sus fases.
Finalmente, este número cierra con una reseña al libro titulado Pasos al Sur. Migraciones transnacionales en territorios socioculturales de Chile; que, volcado hacia el análisis antropológico de las migraciones acontecidas en este país durante los años noventa del siglo pasado, apunta a convertirse en uno de los referentes latinoamericanos sobre el fenómeno desde un nivel teórico-metodológico de acuerdo con la exposición de Brígida Baeza.
Para este número hemos intentado ofrecer un panorama actual de las dificultades que han estado atravesando los migrantes durante estos tiempos de crisis sanitaria, y que se complejizan con los avatares no superados de la contradicción entre política y derecho de los países de tránsito y destino. Éstos han tendido a reflejarse en el trato policiaco-militar de los flujos migratorios so pretexto del ejercicio de la soberanía y seguridad nacional, lo que ha redundado en la constante actualización de prácticas que violan los derechos humanos de los migrantes en completa violación de los tratados internacionales suscritos por estos países. Visión que completamos con la exploración, debate y puesta a prueba de diferentes conceptos como el de redes migratorias, migración en tránsito y migración fragmentada. Esperando contribuir a la generación de propuestas de análisis y políticas públicas más dignas y humanas en torno al fenómeno migratorio.
Adan Joseph Lagunes Hernández
Grupo de Investigación SEMMI
Universidad Autónoma Metropolitana, Cuajimalpa
2203800106@cua.uam.mx.