Segunda época, número 13, enero-junio 2022, pp. 218-222.
Fecha de recepción: 23 de octubre de 2021.
Fecha de aceptación: 26 de mayo de 2022.
Autor: Manuel Almazán.1
Hacia finales del siglo XX los migrantes que buscaban ingresar a Estados Unidos de manera indocumentada se concentraban en dos puntos de la frontera: 1) Reynosa (Tamaulipas) y 2) Tijuana (Baja California). En el primer caso, Bustamante (1997) logró documentar esta experiencia por medio de su observación participante:
Meterme al agua fue una sensación profundamente emocionante. Lo sentí como un rito de iniciación, con toda la solemnidad y respeto de una ceremonia. Me fui hundiendo al caminar por el lecho suave del río […] Una vez que estuvimos los tres en la orilla, ellos se hincaron, hicieron una oración y se santiguaron. Su sentido religioso no dejaba de parecerme conmovedor, pues me demostraba que para ellos esa empresa era de vital importancia (p. 68-69).
En el segundo caso, Feldmann y Durand (2008) han realizado entrevistas y consultado estadísticas al respecto: “cientos de migrantes esperaban el anochecer para luego correr hacia el otro lado donde los esperaba la Patrulla Fronteriza. Era el juego del gato y el ratón, todas las noches eran capturados varios cientos de migrantes y otros tantos lograban cruzar (p. 14 [cursivas del original])”.[1]
En 1993, la patrulla fronteriza en Texas puso en marcha la Operation Blockade, dicho programa pronto fue replicado en San Diego (California) y Nogales (Arizona). Según Feldmann y Durand (2008), esta serie de programas supuso un cambio de enfoque en la política migratoria: “ya no era prioritario detener y deportar indocumentados, sino más bien disuadirlos (p. 16)”.
En San Diego (California) se colocó una cerca de 2.5 metros de alto desde las aguas del Pacífico hasta las montañas costeras, posteriormente la vigilancia aumentaría 106 kilómetros tierra adentro (Galindo y Zenteno, 2013, p. 456). A la par de estas barreras físicas se implementaron diferentes restricciones legales como la Propuesta 187 que limitaba el acceso de migrantes a los servicios públicos.[2]
Respecto de la percepción sobre los efectos adversos de los inmigrantes en la economía y sociedad de Estados Unidos en 1996 se aprueba la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante […] Esta ley conlleva a aumentar, en general, las penas por violaciones de las estipulaciones legales de inmigración; autorizar la remoción expedita, sin audiencia, a los migrantes no autorizados, a menos que se presente alguna de las pocas causas que permiten una excepción al respecto; restringir la competencia de los tribunales judiciales sobre ciertas decisiones administrativas; incrementar los montos mínimos de ingresos requeridos para los patrocinadores y fiadores de inmigrantes; restringir los beneficios de la seguridad social y los accesos a la educación para los migrantes no autorizados, entre otras disposiciones similares (Alba, 1999, p. 23-24).
El reforzamiento de la frontera tanto en el extremo oriental y occidental obligó a los migrantes a buscar nuevas rutas de acceso: aquellas donde no existieran puntos de control o bien donde éstos fuesen débiles. A partir de entonces, el desierto de Arizona se convertiría en la principal vía de acceso para los migrantes irregulares (efecto embudo).
Si bien los migrantes mantienen la oportunidad de cruzar la frontera de manera indocumentada, sus oportunidades de éxito son reducidas.[3] Recientemente la Universidad de Arizona publicó un reporte sobre la muerte de migrantes en el desierto del mismo estado; a partir de los datos recabados por la Oficina del Médico Forense del Condado de Pima (agencia que tiene el número más alto de muertes de migrantes en Estados Unidos) se ha podido estudiar 3 356 restos humanos atribuidos a igual número de migrantes.[4]
Gráfica 1. Restos humanos recuperados por la OMFCP y clasificados como indocumentados que cruzan la frontera
Fuente: tomado de The University of Arizona, 2021, p. 12.
Como se puede apreciar en la gráfica 1, el reforzamiento de los puntos tradicionales de cruce coincide con el aumento de muertes de migrantes en el estado de Arizona (condado de Santa Cruz, condado de Pima, Reserva de la nación Tohono O’odham y Monumento Nacional Organ Pipe Cactus). Si bien existe una disminución a comienzos de la década de 2010, ésta mantiene relación con el aumento de restos humanos identificados en el sur de Texas durante ese mismo periodo (p. 12).
Cabe subrayar que no se han podido determinar las causas de muerte en la mayoría de los casos (48%); el resto corresponde a defunciones por exposición a la intemperie (38%), seguido de accidentes de auto (7%), otras causas varias (4 %) y homicidios (3%). En este sentido, la identificación de los restos supone un reto para los investigadores: si bien se puede determinar el sexo biológico de la persona fallecida, es más difícil identificar su edad y nacionalidad (p. 18-19).[5]
Mapa 1. Restos humanos recuperados por la OMFCP en el estado de Arizona y clasificados como indocumentados que cruzan la frontera, años fiscales 1990-2020
Fuente: tomado de The University of Arizona, 2021, p. 13.
Durante la pandemia por COVID-19 el gobierno de Estados Unidos implementó un “pasaporte COVID”; condicionó el ingreso a su territorio a una muestra de antígenos negativa (USA Gov en español, 2021). Más importante aún, suspendió todas las solicitudes de asilo; los migrantes irregulares que han intentado ingresar fueron devueltos inmediatamente a México y en algunos casos a Centroamérica: su único recurso en la actualidad es el cruce irregular.
Dicha medida resulta perniciosa para los migrantes que huyen de la inseguridad y la pobreza. Agencias internacionales como Médicos Sin Fronteras y Crisis Group han solicitado al gobierno estadounidense detener las deportaciones no sólo porque priva a los migrantes de protección sino porque también aumenta el riesgo de contagio en países con sistemas de salud frágiles (Sedas et al., 2020 p. 2).
Si bien la Unión Americana como cualquier otro país tiene la facultad de asegurar sus fronteras, no debe poner en riesgo a los migrantes, incluso si éstos carecen de la documentación de ingreso necesaria: el derecho de tránsito no puede ser entendido de manera restrictiva, también debe incluir acciones positivas.[6]
Lamentablemente, esta parece ser la tendencia: el Espacio Schengen se ha definido tanto por su sistema económico al interior, como por sus restricciones biologicistas de inmigración (Walters, 2002); Estados Unidos ha desarrollado bases de datos biométricos para autorizar o denegar la entrada a su territorio (Amoore, 2006).[7] En este sentido, consideramos que las fronteras de dichas entidades atraviesan un proceso de desterritorialización; progresivamente se inscriben en la constitución biológica de los migrantes (huellas dactilares, escaneo de iris, muestra de antígenos negativa).
Referencias bibliográficas
- Alba, F. (1999). La política migratoria mexicana después de IRCA. Estudios demográficos y urbanos. Vol. 14. Núm.1. pp. 11-37.
- Amoore, L. (2006). Biometric borders: governing mobilities in the war on terror. Political Geography. Vol. 25. Núm. 3. pp. 336-351.
- Augé, M. (1992). Non-lieux. Introduction à une anthropologie de la surmodernité. París: Éditions du seuil.
- Bustamante, J. (1997). Cruzar la línea. La migración de México a los Estados Unidos. México: Fondo de Cultura Económica.
- Feldmann, A. & Durand, J. (2008). Mortandad en la frontera. Migración y desarrollo. Núm. 10. pp.11- 35.
- Foucault, M. (2004). Naissance de la biopolitique. Cours au collège de France, 1978-1979.
- Galindo, C., y Zenteno, R. (2013). “La cambiante y constante migración México-Estados Unidos”. En Rabell, C. (Ed.). Los mexicanos: un balance del cambio demográfico. México: Fondo de Cultura Económica.
- Massey, D. (2003). Una política de migración disfuncional. Recuperado de: https://www.letraslibres.com/mexico/revista/una-politica-migracion-disfuncional.
- Sedas, A.; Aguerrebere, M; Martínez, L; Zavala-de Alba, L; Eguiluz, I & Bhabha, J. (27 de mayo de 2020). Reporte situacional: migración de tránsito en México durante la pandemia de Covid-19. Recuperado de: https://migrationhealth.org/project/lancet-migration- situational-brief-on-mexico-es/ .
- University of Arizona. (2021). Muertes de migrantes en el sur de Arizona. Restos de indocumentados que cruzaban la frontera investigados por la oficina del médico forense del condado de Pima, 1990-2020. Recuperado de: https://sbs.arizona.edu/sites/sbs.arizona.edu/files/BMI%20Report%202021_SPANI SH_FINAL.pdf .
- USA Gov en español (1 de junio de 2021). COVID-19: viajes, pasaportes y visas. Recuperado de: https://www.usa.gov/espanol/covid-viajes-pasaportes-visas Consultado el: 23 de octubre de 2021.
- Valenzuela, J. (1998). El color de las sombras. Chicanos, identidad y racismo. México: El Colegio de la Frontera Norte.
- Walters, W. (2002). “Mapping Schengenland: denaturalizing the border”. Environment and Planning D: Society and Space. Vol. 20. Núm. 5. pp. 561-580.
[1] El cruce de la frontera bajo el amparo de la noche fue el origen de la campaña antiinmigrante Light Up the Border. Como su nombre lo sugiere, esta campaña consistía en reunir una gran cantidad de automóviles a lo largo de la frontera y encender sus luces durante la noche; varios de los participantes consideran que esta medida logró disminuir la delincuencia en la zona, aunque en esencia constituye una expresión de inconformidad ante la migración, incluso de racismo. Véase, Valenzuela, 1998, pp. 297-324.
[2] Si bien esta propuesta fue anulada por las cortes de justicia, el embate judicial contra los migrantes se mantuvo activo.
[3] Según Massey (2003), antes de 1986 las posibilidades de ser detenido al intentar cruzar la frontera eran de 33%, progresivamente este porcentaje fue disminuyendo hasta llegar a 20% a finales de 1990.
[4] Se presume que los restos encontrados pertenecen a migrantes que intentaban cruzar la frontera por el lugar en donde fueron encontrados, su ropa y efectos personales (incluidas monedas extranjeras) así como las evaluaciones forenses.
[5] Si bien nuestra concepción de la frontera puede tener similitudes con los non lieux planteados por Augé (1992), no son lo mismo. Los aeropuertos, las autopistas y los supermercados que cita el antropólogo francés también son espacios de anonimato, sin embargo, carecen de la ilegalidad atribuida a los individuos que por ahí transitan.
[6] En 2005, el gobierno estadounidense designó a 164 agentes para auxiliar a los migrantes en situación de peligro, esta cifra contrasta con los más de 11 000 patrulleros que vigilaban la frontera durante ese mismo año (Feldman y Durand, 2008, p. 20).
[7] Tanto Walters (2002) como Amoore (2006) estudian la construcción biológica de las fronteras a partir de lo que Foucault (2004) llamó biopolitique; es decir, las estrategias gubernamentales dirigidas a gestionar la vida y la muerte dentro de una población (registros demográficos, campañas de salubridad, entre otros).
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Mexicano. Doctor en Historia por la Universidad de Guanajuato (UG), México, y Maestro en Antropología Social por el Colegio de San Luis (COLSAN), México. Actualmente es Investigador en el Departamento de Historia de la UG. Líneas de investigación: historia gráfica, antropología visual, migraciones. Contacto: salvadore95@hotmail.com.